jueves, noviembre 20, 2008

Puente

En México llamamos puente a los fines de semana largos. Me explico: cuando no se trabaja, por ejemplo, desde el viernes hasta el domingo; o cuando no se chambea desde el sábado hasta el lunes, regresando a la sacrosanta chamba el martes de la siguiente semana.

Pues bien, este fin de semana fue eso (¡Gracias, Don Pancho Nacho Madero!), un fin de semana largo. Y nos fuimos con sumo placer a la playa, a un lugar perdido en el mapa nacional, llamado Sayulita, donde sólo hay una calle pavimentada, pero eso sí, hay un chorro de gringos y de surfers.

El motivo para ir a ese lugar olvidado (casi) de la mano de Dios fue la boda de un primo político y, como buen mexicano que es uno, hay que ir a la pachanga y cultivar el síndrome del muégano.

Quien haya dicho que las vacaciones son para descansar, está muy equivocado. En vacaciones es lo que menos hace uno. Llega uno bien cansado y necesitado de otra semana completa para echarse a la came, ver nmil películas o leer todos los libros que han quedado pendientes desde hace mucho.

Y no es queja. Me gustó el ranchito. Puerto Vallarta es agradable. la comida en el Bubba Gump es deliciosa (vayan, es altamente recomendable), conocer a una hermosa amiga en ese lugar de sana comida y mejor ambiente, la convivencia con la familia no tiene comparación alguna. El mar estaba delicioso y las olas, ideales para quien guste del surf, aunque a uno le vaya mal con ese oleaje (urgen clases de natación).

La boda estuvo divertida, a pesar de la tardanza con las viandas, nos la pasamos a todas márgaras... ¡Felicidades a los novios!

Como dije, me hacen falta más vacaciones, para descansar de las vacaciones.

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